sábado, 26 de enero de 2008

5. El misterio de la Santísima Trinidad

CATECISMO

CREO EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD. (238-278).

1. ¿Quién es la Santísima Trinidad?

-La Santísima Trinidad es el mismo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas distintas y un solo Dios verdadero.

2. ¿Las tres Personas de la Santísima Trinidad son tres dioses?

-Las tres Personas de la Santísima Trinidad no son tres dioses, sino un solo Dios, porque tienen una sola naturaleza divina.

3. ¿Por qué decimos que la Santísima Trinidad es un misterio?

-Decimos que la Santísima Trinidad es un misterio, porque ninguna inteligencia creada puede comprenderlo.


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El secreto divino más importante de la fe que Jesucristo nos reveló es el misterio de la Santísima Trinidad. Jesús habló de su Padre, que es dios; del Espíritu Santo, que también es Dios; y afirmó que Él y el Padre son una misma cosa (Juan 10,30), porque es el Hijo de Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un único Dios -no tres dioses- porque tienen la misma naturaleza divina, aunque son tres Personas realmente distintas.

Que Dios es uno en esencia y trino en personas es la revelación de su vida íntima, el más grande y profundo de todos los misterios; a la vez es el misterio fundamental de nuestra fe y de nuestra vida cristiana. Hemos de procurar conocerlo y ¡vivirlo! El Credo o Símbolo es la explicación del misterio trinitario: lo que es Dios y lo que ha hecho por sus criaturas al crearlas, al redimirlas y al santificarlas.

1. La Trinidad, misterio de un solo Dios y tres Personas realmente distintas

Los misterios nunca podremos comprenderlos porque nosotros somos limitados y nos superan; sin embargo, hemos de intentar conocerlos cada vez mejor, para que nuestra fe sea firme y operativa.

El misterio de la Santísima Trinidad consiste en que en Dios hay una sola esencia y tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Sano, cada una de las cuales es Dios, sin ser tres dioses sino un solo y único Dios.

Podemos comparar este misterio con el sol: el sol está en el cielo y produce luz y calor; la luz y el calor no son distintos al sol. Pues algo parecido es la Trinidad: el Hijo y el Espíritu Santo son iguales en naturaleza al Padre, pero son un solo Dios. El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Tres Personas y un solo Dios.

2. La salvación, obra de la Trinidad

Todas las cosas creadas las ha hecho Dios, Uno y Trino. Dios creó el mundo, aunque la creación se atribuya al Padre; Dios realizó la Redención, aunque sólo la segunda Persona -el Hijo- se hizo hombre y murió en la cruz; Dios nos santifica, aunque la santificación la atribuimos al Espíritu Santo. De ahí que, cuando agradecemos a Dios todo lo que ha hecho por nosotros, tenemos que dar gracias a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo.

3. Inhabitación de la Trinidad en el alma en gracia

Aunque no es fácil de explicar, es una verdad que nos llena de alegría saber que el hombre que vive en gracia es templo vivo de la Trinidad Beatísima (cfr. Juan 14,23). Desde el día de nuestro bautismo, si no rechazamos a Dios por el pecado mortal, está en nuestra alma Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Tenemos a Dios dentro de nosotros para santificarnos, para ayudarnos, para estar con nosotros, porque nos ama. Podemos hablar con la Trinidad Beatísima, sabiendo que nos escucha y atiende nuestras súplicas. Esto lo sabemos por la fe y, aunque no lo veamos ni lo sintamos, es verdad. Cuando estamos en gracia ¡somos templo de Dios!

4. En el cielo "veremos" a la Santísima Trinidad

Aquí en la tierra sabemos que Dios está en nuestra lama en gracia y que la vida cristiana es una lucha para evitar el pecado. Si somos fieles y nos esforzamos por amar a Dios cada vez más, nos concederá lo más grande que podemos alcanzar: verle cara a cara, tal como es. El gran premio del cielo consiste en ver a Dios: contemplar, alabar, amar y gozar por toda la eternidad de la Trinidad Beatísima. Toda la grandeza, toda la hermosura, toda la bondad de Dios se vuelca sobre esta pobre criatura que somos cada uno de nosotros.

En el monte Sinaí, Moisés pidió ver el rostro de Dios, y el Señor le respondió que ningún hombre puede verle sin morir. No obstante, en el cielo el alma tendrá la posibilidad de ver lo que Moisés quiso ver en la tierra: la majestad de Dios.

5. Hemos de alabar a la Santísima Trinidad

Por la fe nos damos cuenta de que ser cristianos es algo maravilloso. Dios nos ama de una manera increíble: nos ha creado por amor, nos ha redimido de nuestros pecados muriendo por nosotros, vive en nuestra alma y nos tiene preparado -si somos fieles- un cielo eterno. Nos ha dejado la Iglesia y los sacramentos para que podamos fácilmente saber lo que hemos de hacer y vivir siempre como buenos cristianos, siendo cada día más santos. Hemos de corresponder a tanto amor, y la vida cristiana tiene que ser una continua alabanza a la Trinidad.

Profesamos la fe en la Santísima Trinidad cuando nos signamos y persignamos, diciendo "en el nombre del Padre y de Hijo y del Espíritu Santo"; al rezar el "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo"; cuando rezamos el Gloria o el Credo en la Santa Misa, y al final de la Plegaria eucarística. Hemos de procurar rezar estas oraciones y alabanzas a la Trinidad con fe viva y consciente, de modo que toda nuestra vida sea una continua alabanza a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.


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Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Con la autorización de Don Jesús Sancho


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SUGERENCIAS METODOLÓGICAS

1. Objetivo. Considerar que la Santísima Trinidad -Dios mismo- está en el alma en gracia, y que vivir en gracia es lo único verdaderamente importante.

2. Actividades.-Formar equipos de 4 ó 5 chicos y contestar a estas preguntas:

a) ¿Cuál es el secreto divino más importante que Jesucristo nos reveló?

b) Escribe lo que sepas de la Santísima Trinidad.

c) ¿Cómo explicarlo con el ejemplo del sol?

d) ¿Qué es la inhabitación en el alma en gracia?

e) ¿En qué momentos nombramos a la Santísima Trinidad?

3. Puesta en común. Los secretarios de los equipos leen las contestaciones.

4. Propósito de vida cristiana. Aprender el Credo y recitarlo con devoción.


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ORACIÓN

El Credo

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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