martes, 29 de enero de 2008

Este cuento está basado en una historia real. La de una perrita llamada Shiva

Me llamo Shiva, soy una perrita color canela. Soy muy inteligente porque voy a la escuela.
Cuando era muy chiquita me separaron de mi mamá. Estaba muy enferma y no me podía cuidar. Sola anduve por la calle, entre la gente y nadie me podía ayudar. Pasé frío, hambre, sueño y miedo en tanto andar. Un día de mucha lluvia torrencial, me escondí del mundo, y mis ojos lloraron entre los truenos y sólo le pedía a la vida una familia que cuidara de mí y me quisiera tanto como yo las querría si la tuviera conmigo. Tiritaba de frío y me puse enferma. Empecé a perder mi pelo y me picaba todo el cuerpo.

Al salir de mi cobijo la gente me miraba y salía huyendo. Pude ver mi imagen en un escaparate y la verdad daba miedo: flaca por el hambre, sucia, mojada y con poco pelo.

Esta historia que parece triste no lo es, porque después de tanto vagar, sufrir y llorar, con una familia dulce me crucé, y ellos en mis padres se convirtieron, a pesar de no ser perritos como yo.
En la actualidad soy una perra mimada, de pelo sedoso y con una cola como un plumero llena de pelos. Soy tan feliz como una perdiz al ser un integrante de esta familia de humanos, tanto que a veces hasta me olvido de ladrar, pero no me importa porque con caricias y besos me sé comunicar.
He viajado mucho, cruzado el océano en avión, he ido a la montaña, perseguido patitos en el lago para jugar, palomas en la plaza para asustar, he corrido en valles entre ovejas, he ido a la playa y nadado con las olas en el mar. Mi momento preferido es salir a pasear al parque y revolcarme en el césped.

He conocido mucha gente, he hecho amigos perritos en cada sitio que hemos visitado y nunca me faltó cobijo, mimos, un techo calentito, comida, risas, juegos, amor y seguridad.
No importa cuan duro haya sido un momento de mi vida, lo importante es que hoy conozco la felicidad, la vida me supo escuchar y una familia me regaló y yo como no soy tonta lo supe valorar, y con alegría disfrutar.
FIN

(Este cuento es de autoría de Florencia Moragas, argentina residente en España).

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